La temporada 2 de Los Anillos del Poder es la última de una larga serie de adaptaciones que han sido criticadas por introducir cambios en el material original, pero yo estoy aquí para defender que es la mejor forma de honrar a J.R.R. Tolkien y sus obras.
Ahora, escúchame. Sé que es una postura algo controvertida. Pero tomemos el caso del bebé orco como ejemplo más reciente del tipo de rechazo que suscita el programa de Prime Video. Los fans más acérrimos de Internet expresaron su descontento por la revelación de una familia de orcos -con un bebé-, y lo consideraron una desviación imperdonable del tratamiento que Tolkien dio a la especie. Sin embargo, no sólo se pueden encontrar las semillas de tal idea en los escritos de Tolkien, sino que, en mi opinión, ampliar el material original nunca ha sido un acto de profanación. Por el contrario, tal y como yo lo veo, es otra forma de reverencia.
Pero, te oigo gritar, ¿cómo es posible que inmiscuirse en el material original sea mostrarle respeto? Pues déjame que te lo explique. Nadie puede negar que Tolkien es un escritor legendario. Su extensa epopeya, la saga de El Señor de los Anillos y todos los escritos que la acompañan, le han elevado a la inmortalidad en el canon literario y cultural. A estas alturas, sus obras se han situado más o menos al mismo nivel que nuestros mitos y cuentos de hadas fundacionales: al fin y al cabo, la idea que la mayoría de la gente tiene de un elfo o un enano es la del tipo sobre el que escribió Tolkien.
¿Y qué anhela hacer la gente con historias tan fundamentales? Pues reinventarlas, claro. Volver a contarlas una y otra vez, sumergirse en ellas como mundos vivos que respiran, que se pueden desplazar y cambiar y con los que se puede jugar, un reino de infinitas posibilidades, maduro para la interpretación. Tratar las obras de Tolkien como sagradas las deja congeladas para siempre, pero verlas como un oasis de potencial -de semillas para cultivar, más que para conservar- es situar a Tolkien al mismo nivel que aquellos famosos narradores de antaño, que es sin duda el lugar al que pertenece el virtuoso de la fantasía.
Cambiando de tema
(Crédito de la imagen: Prime Video)
Por supuesto, nunca diría eso todo los cambios son buenos o están justificados. Muchas veces he visto una adaptación de un libro que me encanta y prácticamente me he arrancado los pelos por algunas de las decisiones tomadas. Pero Los Anillos del Poder no es una de esas adaptaciones. De hecho, algunas de las cosas que más me interesan de ella son invenciones de la serie. El oscuro vínculo de Galadriel con su némesis Sauron, por ejemplo, no está tomado de la obra de Tolkien, pero es una de las cosas más fascinantes de la interpretación que Morfydd Clark hace del personaje. Y después de todo, ¿por qué no iban a ser objeto de reinterpretación las figuras de Tolkien? No hay dos adaptaciones iguales de William Shakespeare o Charles Dickens.
Cualquier adaptación también va a cambiar cosas, por necesidad. Ninguna obra literaria puede trasladarse directamente a la pantalla. Incluso las películas de Peter Jackson introdujeron cambios en el material original. Tom Bombadil fue extirpado de sus adaptaciones de El Señor de los Anillos, y nadie discutiría que eso arruinó su trilogía, ampliamente amada.
La conversación en torno a la adaptación y el canon no va a desaparecer pronto, por supuesto. Hace poco, el creador de Canción de Hielo y Fuego, George R.R. Martin, se dirigió a su página Not a Blog para criticar los cambios introducidos en su novela Fuego y Sangre en la segunda temporada de La Casa del Dragón. «Ignora el canon, y el mundo que has creado se deshace como papel de seda», argumentó en un post anterior . Puede que sea cierto que algunos de los cambios de la serie no funcionen del todo. Pero, con todo el respeto del mundo hacia otro titán del género, yo diría que la serie también ha introducido algunos cambios realmente reveladores en su obra; de hecho, el propio Martin lo ha admitido al decir que la versión de Helaena Targaryen de la serie era mejor que la suya («La Helaena de Phia Saban es un personaje más rico y fascinante que el que yo creé en FIRE & BLOOD», escribió en otro post ). El cambio en sí mismo no es malo.
Y aunque eso dé lugar a una adaptación imperfecta, a veces también puede estar bien. Puede que esté divagando un poco, pero cuando era niña tenía una preciosa casa de muñecas de estilo victoriano. Era una de esas que se suponía que sólo debías tener a la vista, demasiado valiosa para jugar con ella. Pero yo era una cría y quería hacer que mis pequeños señores y damas se movieran por su mansión, y así lo hice, e, inevitablemente, los señores, las damas e incluso los muebles se rompieron bajo mi entusiasmo. Quizá hubiera sido mejor no tocar esa casa, pero sé que me gustaba más trasteando con ella, aunque al final dejara las cosas un poco más torcidas (y superpegadas). Lo que intento decir es que, a veces, la mejor forma de amar algo es meterse de lleno en ello, y eso es realmente lo que creo que está haciendo el equipo de Los Anillos del Poder con las obras de Tolkien, y la serie es mucho más rica por ello y por su nueva perspectiva.
Y además, la existencia de Los Anillos del Poder no borra del mundo la increíble escritura de Tolkien. Si quieres un relato fiel de El Señor de los Anillos, puedes… leer El Señor de los Anillos. Sin embargo, la versión que tengas en la cabeza no va a coincidir con la versión de Tolkien, porque ésa es la naturaleza misma de la narración. Y la marca de una historia verdaderamente excelente es que quieras seguir contándola, y no sólo eso, sino reinterpretarla, reinventarla y explorarla. Ése es el acto de amor más verdadero que puedo imaginar.
La temporada 2 de Los Anillos del Poder se estrena ahora semanalmente en Prime Video, y puedes consultar nuestro calendario de estrenos de la temporada 2 de Los Anillos del Poder para mantenerte al día, o ver nuestra crítica de la temporada 2 de Los Anillos del Poder para conocer nuestro veredicto sin spoilers sobre los ocho episodios.