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El Parche 7 de Baldur’s Gate 3 No Altera el Fatídico Destino de Una Barda, pero Me Alegra que Haya Muerto

En las primeras horas de juego de Dark Urge, hay dos señales de que las cosas no van a ir como habías planeado. La primera, infame, ocurre si se te ocurre morderle la mano al pobre Gale mientras busca ayuda a través de su portal. Es un truco malvado por parte de Larian: aunque esperas seguir el diálogo hasta su conclusión natural, si te acobardas o doblas la apuesta con una tirada de dados para arrancarle la mano de un mordisco, te arrebata tu albedrío. Hay un fundido a negro, un rápido mordisco y, de repente, uno de los personajes principales del juego está muerto para siempre.

Pero si eso te parece poco limpio, lo que viene a continuación es francamente retorcido. Al principio del primer acto, la simpática bardo tiefling Alfira visita el campamento del grupo, con los ojos brillantes y deseosa de seguir tu aventura. Duerme en el campamento, pero a la mañana siguiente, el Impulso Oscuro se despierta junto a su cuerpo mutilado, empapado en sangre tras haberla despedazado inconscientemente. A diferencia de Gale, al que los bienhechores habrán evitado por el mero hecho de no pensar en merendarse sus dígitos, el destino de Alfira es totalmente inevitable (a menos que des el paso muy metajuego de dejarla inconsciente antes de que pueda visitarte).

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